Memoria de una Gesiha (Arthur Golden)
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…en ese instante se disolvía el aroma marino del aire, bajo mis pies volvía a sentir el tacto de las sábanas en lugar de la tierra del camino, y me encontraba de nuevo donde había empezado: con nada, salvo mi soledad.
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La pena es una cosa extraña; nos deja totalmente desamparados. Es como una ventana que se abriera sola; la habitación se queda fría, y lo único que podemos hacer es tititar. Pero cada vez se abre un poco menos y un poco menos, hasta que un día nos preguntamos qué habrá pasado con ella.
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Pero cuando (…) volvimos a mi apartamento, nos bebimos el uno al otro con unansia tal que después me sentí vacía de todo lo que (…) me había arrebatado, y llenaal mismo tiempo de todo lo que yo le había quitado a él.