viernes, 29 de diciembre de 2006

El sueño del caimán (Antonio Soler)

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Dentro de mí hay un río. Un flujo lento que en su superficie lleva troncos de árboles, imágenes de otro tiempo.

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La memoria también es un río, una corriente que lo arrasa todo cada vez más lejos. Luego el propio río desaparece y en la tierra queda un surco, una cicatriz. A veces sentimos cómo aguas subterráneas nos recorren lentamente y no sabemos de donde proceden ni qué camino siguen.

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En mi cerebro a veces sólo hay un desierto. Un lugar en el que no hay viento ni vida. Una casa vacía con los postigos muertos. Me siento en medio de esa casa y oigo la chicharra lenta, casi audible, de mis huesos.

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Los verdugos caminan en la noche y no entienden de perdón ni de autoridad ni de democracia ni de libertad. La muerte elige, no discute.

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