El tambor de hojalata (Günter Grass)
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…no podía con todo impedir que una náusea periódica viniera a retorcer aquel cuerpo que se iba agotando lentamente y que ya no tenía nada más por restituir, como no fuera finalmente, al cuarto día de tan dolorosa agonía, ese poco de aliento que cada uno ha de acabar por soltar para hacerse merecedor de un acta de defunción.
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…una resistencia tan grande, que trataba de abrirse paso, pero rebotaba y, a través del estómago, el bazo y el hígado, se le instalaba en la cabeza de tal manera que los ojos azules se le saltaban y dejaban ver en su blanco unas venitas ramificadas…
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Por eso ha apagado la luz. Por eso se abandona confiada al sueño y deja que tú vayas buscando: porque María era rica en frambuesas.Y cuando ya no encontré más, entonces y como por casualidad hallé en otros lugares cantarelas. Y comoquiera que éstas crecían más escondidas bajo el musgo, mi lengua no alcanzaba ya, y dejé que me creciera mi undécimo dedo, porque los otros diez tampoco alcanzaban.
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